Estas son, brevemente, las reflexiones que me ha inspirado la charla:

 ¿Cómo comenzar a hacer estos cambios? La mayoría de quienes estamos en este camino de la crianza respetuosa solemos encontrarnos con diversos obstáculos a la hora de enfrentar un berrinche o un comportamiento no deseado. Venimos de crianzas diferentes, tal vez más autoritarias, con castigos, gritos, etc. ¡Qué difícil resulta desprogramarse! Pues ahí mismo está el mejor punto de partida: nosotros mismos.

Mirar en un espejo virtual nos sirve para preguntarnos “¿contra qué estamos luchando en los momentos en que un berrinche nos descoloca?”, “¿cómo encontrar la manera de estar a salvo cuando sentimos que la rabia nos aflora?” Decían en la charla, que aquello que podemos hacer es intentar conectar con nosotros mismos en primer lugar, prestando atención a nuestro cuerpo, a la respiración, a nuestras opciones de reacción y de encontrar la solución junto a nuestro hijo/a. La verdadera empatía, la capacidad de conectar con el otro y ponernos en su lugar, sin juzgarlo, comienza por nosotros mismos. Encontrar apoyo a nuestro alrededor (tribu, amigos/as, familia) es vital en este camino, así como también cuidar de nosotros, encontrar un minuto, o dos, o cinco, para hacer algo que nos guste o que nos haga bien, e intentar reducir lo más posible el estrés.

A menudo, en variados artículos sobre crianza, me he encontrado con la siguiente frase: “Mi hijo/a no me está haciendo pasar un mal rato. Es mi hijo/a quien está pasando un mal rato.” Si bien la considero cierta, no debemos olvidar que, de todas formas, mamá o papá también lo están pasando mal. Sin jamás culpabilizar de estos sentimientos a nuestro hijo/a, no podemos hacer a un lado el hecho de que sentimos lo que sentimos: rabia, angustia, frustración, temor, etc. Después de frenar, identificar el sentimiento que nos atraviesa es el primer paso para poder actuar de mejor manera.

De todo esto que he escuchado, me quedo sobre todo con la idea de que el cambio debe empezar desde adentro hacia afuera. El camino hacia una crianza plena de amor debe arrancar por amor a nosotros mismos, por cuidarnos, atendernos, ser compasivos ante nuestros errores, perdonarnos, consolarnos… Es desde este pequeño gran trabajo interno que encontraremos las mejores y más poderosas herramientas para lograr la empatía hacia nuestro hijo/a, lograr reconectarnos con él/ella, hacer crecer nuestro vínculo y llegar a soluciones trabajando juntos. De este modo estaremos nutriéndonos a nosotros mismos, para poder compartirlo con otros. ¿Por qué hacerlo así? Porque nadie, nadie puede dar aquello que no tiene.