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Desafío #SinGritos

 

Mis gritos y sus berrinches: por qué me esfuerzo yo

Hace casi un año comencé un desafío personal. Un poco inspirado en esos retos fotográficos que se hacen en Instagram, me decidí a postear en esa red social mi batalla personal contra los gritos.

 

Coincidía con la época en que mi hija empezó con sus primeros berrinches, alrededor de sus 18 meses, y yo me daba cuenta de que necesitaba nuevas y mejores herramientas, que además fueran parte de la crianza respetuosa que intentamos llevar día a día. Encontré en el camino varios artículos que me dieron ideas, que me inspiraron y apoyaron en esto.

 

De mi experiencia personal y de mis lecturas, aprendí varias cosas, que les iré compartiendo. Espero de todo corazón que si estás en una situación similar, algo de todo esto pueda ayudarte a encontrar la calma que buscabas. 

 

 

5 razones para no gritar:

 

 

1. Los gritos son violencia. Gritar a otra persona (sea pequeña o adulta) es agresión. Esto aumenta el nivel de agresividad en general y altera más a esa otra persona, tensiona a todos, nos pone nerviosos. La violencia, sólo genera más violencia.

 

2. Los gritos no funcionan ni educan. El mensaje que transmites a tu hij@ cuando le gritas es más o menos el siguiente: “No sé cómo manejar esto, estoy perdid@, no controlo mis emociones ni mis reacciones”. No creo que sea eso lo que queremos que nuestros hij@s aprendan… Por otro lado, los gritos pueden lograr un cambio temporal, pero no crean ninguna conducta positiva a largo plazo. El niñ@ aprende a obedecer por miedo, reacciona al grito que lo sobresalta, pero no lo hace porque haya aprendido algo acerca de lo que hizo.

 

3. Los gritos hacen daño. Gritar puede provocar distintas reacciones y sentimientos en cada niñ@. Algunas de ellas son: miedo, angustia, humillación, soledad, abandono, ser incomprendido, no ser escuchado, rebeldía, sumisión, estrés, etc. Debido a los gritos, a sentirse humillado mucho tiempo, un niñ@ puede sufrir un enorme daño a su autoestima, puede sentir que todo lo que hace/dice está mal, y esto tendrá una importante consecuencia en sus años de adolescencia y de adultez.

 

4. Los gritos son adictivos. Gritar funciona, para el que grita, como un descargo emocional. Por esto, alivia temporalmente la ira contenida y este sentimiento de satisfacción y alivio puede generar una necesidad similar a una adicción, debido a los neurotransmisores que se generan en el cerebro al liberar la ira.  Es decir, que ante una situación similar, es muy probable que utilicemos los gritos nuevamente. Pero debemos tener en cuenta que este alivio es efímero, y normalmente viene seguido de culpa y/o decepción.

 

5. Los gritos anulan al otro. Los gritos silencian la personalidad del niñ@, aplastan su autoestima, y no permiten que llegue a su propio aprendizaje. Los gritos no dejan pensar, no dan lugar a procesar información y generar soluciones. ¿Has pensado cómo rendirías en tu trabajo si tu jefe estuviera a tu lado gritándote cada vez que haces algo mal? ¿Lo harías cada vez mejor, o un día dirías “no puedo más”? 

Cómo empecé mi desafío

 

Como Instagram es una red social en que los usuarios comparten fotos, comencé a publicar una foto al día, con la descripción de mis obstáculos, de las situaciones que enfrentábamos, de los berrinches de mi hija, y todo aquello relacionado. Más tarde espacié los posteos y me tomaba dos o tres días para subir lo vivido.

 

¿Por qué Instagram, o por qué una red social? Para mí, hacer esto “público” fue la única manera que encontré de generar una red de apoyo. Lentamente algunos de mis seguidores se fueron interesando y me leían diariamente, me felicitaban con cada logro y me alentaban a seguir en los días más complicados. Sus pequeños detalles, me han animado a no rendirme.

 

Los primeros días eran todos iguales: intentaba no gritar, y tenía muy poco éxito. Pero me enfoqué en no perder de vista mi objetivo, no decepcionarme por la falta de resultados y observarme más a mí misma. El motivo del berrinche no era lo esencial, para que mi esfuerzo tuviera recompensa, debía analizar cuáles eran mis peores momentos y qué situaciones disparaban los gritos. El foco debía estar en mí misma. Desde allí, comencé a acompañar y guiar sus momentos difíciles.

 

Más adelante, fui identificando muchos de estos disparadores, fui modificando algunas cosas de a poco, y se me fue haciendo más fácil a medida que lograba conectarme más con mi hija. El trabajo no está terminado, para nada… Creo que aún me queda mucho por lograr (en especial tengo problemas en manejar mi enojo en aquellas malas noches en que no duerme bien, o cuando estoy muy cansada o mal dormida…), pero quise compartir este “medio camino recorrido” por dos motivos. Uno es que al haber recopilado información y aprendido bastante, espero que lo que comparto sea de utilidad para alguien más. El segundo motivo es más personal, y es que esta suerte de devolución que estoy haciendo por escrito, me sirve para recargar mis energías, ver hacia atrás lo logrado y seguir adelante con lo que me falta. 

 

Para llevar a cabo el desafío:

Algunas conclusiones y sugerencias (a mí misma)

 

  • Comprometerme: Esto es un reto personal, nadie me lo impone, yo quiero lograrlo. Pondré de mí toda mi voluntad y compromiso. Todos los días. Aunque me cueste y falle. 

  • Construir mi objetivo: Hay quienes hacen estos desafíos con una meta de 100 días, 1 año, 1 mes, etc. Como yo me conozco y sé que si me pongo esas metas a mediano o largo plazo, me cuesta más cumplirlas, decidí que mis objetivos serían de muy corto plazo. La idea es pasar al menos 24 horas sin gritar. 

  • Identificar mis disparadores: Es decir, buscar qué cosas me hacen gritar, por ejemplo, las noches de no dormir, que se ensucie o moje demasiado, que me ignore, que a todo me diga que no, etc. 

  • Prevenir: Una vez identificados los disparadores, intentar pensar antes de gritar. Tomar conciencia de los problemas ayuda a anticiparse al grito. Se pueden lograr pausas antes del estallido mediante respiraciones profundas, uso de palabras clave, contar hasta 10, ir a otra habitación, mirarse al espejo, apretar los puños, etc. 

     

  • Trabajar una sola propuesta al día, al menos al comienzo. Por ejemplo, proponerme “hoy voy a intentar relajarme si me dice que no a todo”. 

  • Palabras clave: Algunas de las mías “tranquila”, “respira profundo”, “calma”, “paz”. Simples y breves palabras para pensar o decir en voz alta antes de estallar, y que permiten prevenir. 

  • Recordatorios: si durante un día muy ocupado es difícil recordar el desafío, se puede trabajar con símbolos recordatorios. Es bueno elegir un objeto de fácil transporte (por si preciso llevarlo en el bolso), simple y de un color que refiera a la calma (por ejemplo, blanco, azul claro, verde). Yo elegí un barquito de papel celeste y lo coloco en cualquier parte de mi casa, en algún lugar visible. En cuanto lo veo, recuerdo mi objetivo. Se puede poner uno o varios por toda la casa. Otra opción es trabajar con frases o afirmaciones, colocadas en diferentes lugares de la casa. 

  • No desanimarme: Recordar que todo cambio profundo requiere tiempo, no es nada fácil despegarse de algo que llevamos ya tan marcado y tan impuesto, y que no es un “click” que se da de un día para el otro. Es un aprendizaje que requiere paciencia. 

  • Compartir: Hacer de esto algo público (en mayor o menor medida) ha sido de gran ayuda para rodearme de las personas adecuadas, que me brindan su apoyo y su aliento para continuar, sobre todo en los momentos más difíciles, cuando quiero tirar la toalla… Me ayuda a verlo como algo real, como un camino a recorrer, y no como una idea vaga que “algún día” pondré en práctica.

  • Pedir disculpas por mis fallos: Puede parecerme que mi hija no me entiende, pero yo sí sé bien qué hago y por eso le pido disculpas cuando fallo, cuando no actúo con respeto y le grito. Siempre se puede recomenzar y volver a intentar, pedir disculpas no es sólo algo bueno para el niñ@, sino también para uno mismo, ya que nos permite liberarnos de la culpa que nos genera el haber fallado. 

Otros recursos: 

 

http://www.maternidadcontinuum.com/2013/08/que-es-eso-del-rinoceronte-naranja/

http://putumputum.wordpress.com/2013/07/24/10-cosas-que-aprendi-cuando-deje-de-gritarle-a-mis-hijos/

 

Ambos enlaces se refieren al Desafío del Rinoceronte Naranja. Conocí este reto justo después de haber empezado el mío, buscando entre las etiquetas de Instagram. (Lo puedes ver en inglés, aquí)

 

 

Excelente y conmovedor artículo: “Importante: deja de gritar”:

http://familias.com/importante-deja-de-gritar

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