top of page

Esto me duele más a mí que a ti

Por Rebecca Eanes

Vivimos en una sociedad que tiene una actitud demandante y prejuiciosa hacia los padres/madres y l@s niñ@s pequeñ@s. A

Se ha hablado mucho sobre cómo las nalgadas afectan a los niñ@s. Esto hizo que me preguntara cómo afectan a aquel que las proporciona. Me dirigí a mi amiga psicóloga clínica, la Dra. Laura Markham, fundadora de AhaParenting (www.AhaParenting.com), para saber cuáles eran sus pensamientos sobre este tema. Sus palabras están resaltadas en negrita.

 

 

1. Cuando un padre/madre hace daño a su hij@, debe sofocar su empatía natural. Sabemos, por ejemplo, que observar una imagen violenta reduce nuestra empatía. Para efectivamente involucrarnos en un acto de violencia se vuelve peor, debemos desconectar de nuestra compasión, no sólo hacia nuestro hij@ sino hacia cualquiera.

 

Sí, dar nalgadas es un acto de violencia. Incluso si lo haces “por amor”, se trata de violencia ya que estás golpeando físicamente a otro ser humano para causarle dolor deliberadamente. Para infligir dolor deliberadamente a tu hij@, debes desconectarte de tu compasión y empatía. 

 

 

2. Cuando le damos nalgadas a nuestro hij@, DEBEMOS justificarlo para poder vivir con nosotros mismos después. Entonces comenzamos a ver a nuestro hij@ como malo, como merecedor de castigo.

 

Guau, eso es algo grande, ¿verdad? Si NO vieras a tu hij@ como merecedor de castigo, no verías necesidad de nalgadas, ¿cierto? Si vieras a tu hij@ a través de la lente de la compasión, como una persona pequeña que cometerá errores a lo largo del camino porque es un ser humano, que merece ser enseñado de manera amorosa y amable, nunca lo golpearías. Cuando das nalgadas es porque crees que tu hij@ lo merece. ¿Por qué? ¿Quién merece ser golpeado?

 

 

3. Cuando consideramos que nuestro hij@ necesita un daño físico para aprender una lección, nos volvemos menos protectores. Ciertamente es probable que golpeemos más fuerte la próxima vez.

 

Algunas investigaciones han mostrado que debes incrementar tus castigos para que continúen funcionando. Estos estudios también demuestran que cuando das una nalgada a tu hij@ lo haces un 40% más fuerte de lo que piensas que lo haces. Además, 2 de cada 3 casos de abuso físico comienzan como sesiones regulares de nalgadas que se van de las manos. El profesor Wolpert (1) ha dicho que su estudio sugiere que la incapacidad de las personas para medir realmente qué tan fuerte golpean a otras significa que los padres/ madres que intentan dar nalgadas no más fuertes que las que recuerdan haber recibido, bien pueden estar golpeando por demás.

 

 

4. Cuando damos nalgadas a nuestro hij@, creamos un muro para nuestro niñ@ interior, quien se siente vulnerable. De hecho, nuestro deseo de cortar con esa vulnerabilidad es la razón por la que golpeamos. Pero esto hace un muro en nuestro corazón y nos hace menos capaces de sentir amor.

 

(...)

 

5. Cuando la empatía por nuestro hij@ se reduce, sentimos menos conexión con él/ella. Por ende, es menos probable que podamos decirle cosas de una manera en que lo ayude a escuchar.

 

Cuando das nalgadas a tu hij@, no sólo causa una desconexión de su parte, sino que tú también te estás alejando. Esto es perjudicial para la relación entre ambos y crea un ciclo de falta de respeto y resentimiento.

 

 

6. Existen estudios que confirman que cuando estamos enfadados, podemos calmarnos si nos apartamos de la situación. Si, en cambio, interactuamos de manera verbal o física con otros, tendemos a soltar golpes con nuestras palabras o cuerpos. Este estallido en realidad nos hace enfadar aún más. Por lo tanto, el acto de dar nalgadas en realidad hace que el padre/madre esté más enfadado. Este es uno de los motivos por el cual las nalgadas se incrementan, ya que los padres/madres deben hacerlo más fuerte y por más tiempo, para “descargar” su ira.

 

Cada vez que das una nalgada, las neuronas disparan en tu cerebro. No soy neurocientífico, pero aquello que he leído y comprendido sobre neuroplasticidad es que tus patrones de acciones y pensamientos crean caminos neurales que hacen que tiendas a actuar y pensar de la misma manera en el futuro. Tienes que romper el patrón.

 

 

7. Después de que dimos una nalgada, experimentamos una liberación temporal de los neurotransmisores de “lucha o huída” que nos han llenado de rabia. Esto nos alivia. Nos sentimos mejor. El problema es que asociamos sentirnos mejor con las nalgadas. Entonces es más probable que sigamos dando nalgadas en el futuro, para sentirnos mejor cuando estamos enfadados. En realidad es fisiológicamente adictivo para los padres/madres.

 

¿Eres un adict@?

 

 

8. Cada vez que “cedemos” a nuestra ira y tenemos un berrinche (y dar nalgadas es un berrinche de los padres/madres, al igual que gritar), nos programamos para un ciclo de remordimiento y culpa, lo cual baja la autoestima.

 

Una vez que este “sentimiento de mejoría” se termina, ¿empiezas a sentirte mal? ¿Culpable? Si eres de los que dan nalgadas, presta atención a cómo TÚ te sientes luego de haber pegado a tu hij@. No ocultes tus sentimientos bajo la alfombra ni les quites importancia. SIÉNTELOS.

 

 

9. Cuando lastimamos físicamente a nuestro hij@, se rompe un lazo de confianza. Los niñ@s sólo “se comportan” porque nos aman y confían en nosotros, por eso es que dejan de comportarse. El efecto en el padre/madre es un sentimiento de desesperanza, como si lo gratificante de la crianza hubiera desaparecido.

 

Ah. Y aquí está el meollo de por qué dar nalgadas no funciona. Su hij@, sintiéndose desconectado y resentido, se comporta peor. Comienzas a presentar aversión hacia tu propio hij@. Alguna vez fue tu pedacito de alegría (2), ahora la alegría se ha ido.

 

Oh, ¿tú insistes con que funciona? ¿Qué tu hij@ deja de comportarse mal? Si eso fuera cierto, no necesitarías darle nalgadas más que una sola vez.

 

Algunos niñ@s manejan el dolor de diferente manera. En lugar de comportarse peor, internalizan el dolor.

 

Te engañas al pensar que ha funcionado porque el comportamiento no deseado ya no sucede, pero existen efectos dañinos (3) que probablemente no verás hasta varios años más tarde.

 

 

10. Los estudios demuestran que cuando dependemos de las nalgadas para manejar el comportamiento de nuestro hij@, nos volvemos menos creativos al intentar encontrar otras soluciones, y nuestra crianza es menos efectiva. Esto, en cambio, socava nuestra confianza y daña la imagen de sí mismo que tenemos.

 

 

 

“Si sólo tienes un martillo, tiendes a ver todo problema como un clavo.”

Abraham Maslow

 

(…)

 

“Los niños deben ser llevados hacia las prácticas honorables mediante el estímulo y el razonamiento, y ciertamente no a través de golpes y malos tratos.”

Plutarco, circa 45-120 E.C., “La Educación de los Niños”, Vol. I, Moralia, Grecia Antigua. 

 

 

 

Notas:

(1)          Enlace: http://www.naturalchild.org/research/spanking_force.html

(2)          Enlace: http://www.positive-parents.org/2011/07/always-bundle-of-joy.html

(3)          Video: https://www.youtube.com/watch?v=PBD3NImoaZs&feature=related

Rebecca Eanes es autora, blogger, y fundadora de Positive-parents.org. Sus libros incluyen “La Guía del Novato hacia la Crianza Positiva” y un libro co-escrito, “Crianza Positiva en acción: Guía práctica para poner principios de crianza positiva en acción en la primera infancia”.

 

 

Traducción por Felices Criando, del sitio:

http://parentingbeyondpunishment.com/this-hurts-me-more-than-it-hurts-you/

Re-publicado a través del evento de recursos online “No-Spank Challenge”, llevado a cabo por el sitio Parenting Beyond Punishment en Abril 2014.

 

Más información (en inglés) en los siguientes enlaces:

http://parentingbeyondpunishment.com/no-spank-challenge-2014/

https://www.facebook.com/NoSpankChallenge

bottom of page