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7 al 13 de Octubre: Semana Internacional

de la Crianza en Brazos - "¡Déjate llevar!"

Del 7 al 13 de Octubre, se celebra en muchos países la Semana Internacional de la Crianza en Brazos o Porteo.  Este año el lema es "¡Déjate llevar!"

 

Llevar a los bebés en brazos, algo tan antiguo y tan natural como la propia existencia de la raza humana, es hoy algo que debe celebrarse y es justo que también tenga su semana, para ayudar a fomentar esta actividad e informar a los padres que quieren intentarlo.

 

¿A qué se le dice “porteo”?

 

Es llevar a nuestros niños en brazos, con o sin ayuda de un portabebés, que puede ser un fular, pañuelo, sling, mei tai o mochila ergonómica. Ahí, al alcance de un beso o a la espalda, acompañando la actividad de mamá o papá. Hoy en día, existen muchas opciones para quienes deciden llevar a sus bebés más cerquita, o no pueden ni quieren gastar una fortuna en un cochecito. Van desde lo más económico a un poco más caro, pero también existe la posibilidad de hacer tu propio portabebés (con un básico conocimiento de costura y si te das maña, claro) o utilizar algún pañuelo o manta que ya tengas. Cientos de tutoriales en youtube te enseñarán la manera de hacerlos y de usarlos.

 

Beneficios del porteo

 

Entre los muchos (muchísimos) beneficios que trae, no sólo para el bebé, sino también para quien lo carga, se encuentran los siguientes:

 

  • Recrea el estado del bebé en el vientre de su madre, lo cual es necesario para el correcto desarrollo del bebé y para favorecer los adecuados niveles de prolactina (lo cual promueve a la lactancia materna) y endorfinas en la madre (esto previene la depresión posparto).

  • Favorece y fortalece el vínculo entre el bebé y sus padres, y da al padre una manera más activa y cercana de participar en la crianza. También contribuye a mejorar el vínculo con otros familiares o cuidadores.

  • Permite a los padres tener las manos libres para trabajar en un escritorio, en la cocina o el jardín, o salir de compras.

  • Le da al bebé la posibilidad de ser parte activa en una caminata, charlas, risas, movimientos y trabajo de sus padres. Los bebés se vuelven más sociables y mejor estimulados.

  • Proporciona a los bebés muy pequeños el estímulo de tacto y movimiento necesarios para el correcto desarrollo neurológico.

  • Permite a los padres dar mejores y más rápidas respuestas a las necesidades del bebé, incrementando la sensibilidad a sus señales.

  • Los bebés que son cargados lloran menos, sonríen más, tienen menos cólicos, menos vómitos o reflujo, y duermen mejor, debido a la sensación de seguridad y cercanía que les brinda el porteo. De este modo, los padres se sienten más competentes y cercanos a sus hijos.

  • Favorece el desarrollo psicomotor del bebé, permitiéndole lograr mejor postura y equilibrio con el constante balanceo.

  • Mejora el ritmo cardíaco, la respiración y la autorregulación de la temperatura en los bebés.

  • Proporciona seguridad emocional, tranquilidad e intimidad al bebé, permitiéndole sentir el olor, los latidos del corazón y los movimientos del cuerpo de quien lo carga. Beneficia así la sensación de bienestar corporal y la construcción de la autoestima. cóctel para sentirse bien, para la autoestima, para sentir el placer global de su cuerpo. Tal y como advierte el psiquiatra Spitz el afecto vital (el contacto físico) es imprescindible para de los bebés, es el alimento que garantiza la supervivencia.

  • Contribuye a tonificar los músculos de la espalda, necesarios para cargar al bebé, y corrige la postura en quien lo lleva.

  • Portear bebés baja los niveles de hormonas de estrés y adrenalina que circulan en el torrente sanguíneo, tanto del bebé como de su cuidador.

  • Beneficia enormemente a los bebés prematuros y reduce significativamente la tasa de mortalidad (Método Canguro. Ver nota y enlaces en Semana del Prematuro 2013)
     

Postura correcta para el uso de portabebés 

 

La posición adecuada para portear a los bebés es la conocida como “postura de ranita” (ver en la imagen). Las mochilas comunes que se comercializan hoy en día no permiten esta postura, sino que fácilmente se nota que los bebés van con las piernitas colgando, apoyando todo su peso en los genitales y no permitiendo que su columna se curve de manera natural y fisiológica. Esta postura es perjudicial para el correcto desarrollo de las caderas y puede traerles problemas.


Por otro lado, es importante destacar que el bebé debe ir mirando siempre al cuerpo de quien lo lleva, sea que lo carguen al frente o a la espalda. Llevar al bebé al frente y mirando hacia adelante está contraindicado, pues fuerza a la columna a curvarse de modo contrario al natural en menores de un año y medio, lo sobre-expone a los estímulos sin darle oportunidad de girarse y buscar refugio en su cuidador, y por último, es muy incómodo para el portador también, ya que modifica la postura natural del cuerpo al llevar peso.

Existen mochilas ergonómicas que sí permiten la adecuada posición (pocas y suelen ser muy caras), hay otras que son semi-ergonómicas (no conviene usarlas más que en contadas ocasiones, por lo cual no rinden el precio que valen) y otras (la gran mayoría de las que se comercializan, mucho más económicas), que es preferible no utilizar, ya que podrían dañar a nuestro bebé y además nuestra espalda. 

Sin necesidad de recomendar ninguna marca en particular, comento brevemente mi experiencia personal con el uso de portabebés. Cuando no utilizábamos el huevito del coche para trasladarnos en auto, la llevábamos en brazos, sin ninguna ayuda. Naturalmente, mi bebé comenzó a aumentar de peso y a tener autonomía de su torso y cabeza, con lo cual se fue haciendo más difícil llevarla sólo con los brazos. Desde su nacimiento, teníamos un fular de tela elástica que nos habían regalado, pero hasta que tuvo unos cuantos meses no nos animamos a utilizarlo (¡con lo fácil que lo veo ahora!), así que compramos la mochila más económica y ergonómica 
 

A la derecha: la postura de la ranita, la adecuada para evitar 
problemas tales como la displasia de cadera

que encontramos en el mercado, una que traía la parte del “asiento” expandible para permitir mejor postura de las piernitas, y a la vez sostenía la cabeza en caso de necesidad. Una vez que aprendimos a utilizar ese manojo de correas, broches y cierres, lo usamos poco tiempo. No porque fuera mala, sino porque realmente tardaba muchísimo en colocarme mochila y bebé, había que corregir las medidas de las correas cada vez que nos turnábamos mamá o papá para usarla, y además porque cuando pasó los 9 kilos de peso, se nos incrustaban los broches de la mochila en todo el cuerpo… Ahí comencé a usar más el fular que la mochila. Hoy en día mi niña pesa más de 10,5kg, tiene 14 meses y sin embargo no tengo ningún dolor ni problema al llevarla con el fular, puedo caminar muchas cuadras sin cansarme y alterno entre el modo clásico (para los días más fríos) y el modo bandolera a la cadera (cuando hace más calor).

Cochecito: ¿Sí, no, a veces?

 

No voy a poner ningún enlace aquí que contraindique el uso del cochecito o silla de paseo, no soy una fanática de nada y tampoco me gusta juzgar a las personas por este tipo de elecciones, ya que a mí tampoco me gusta que lo hagan conmigo. Lo que sí haré es ser honesta. No me arrepiento de haber comprado un cochecito para llevar a mi hija. De lo que sí tal vez me arrepiento es de no haber buscado uno más liviano y económico. Vivo en un tercer piso sin ascensor, sacar a mi hija en cochecito supuso en los primeros meses, bajar y subir las escaleras de a dos, uno llevando el coche y el otro cargando el huevito con la bebé. Salir de paseo con el cochecito requería algo de planificación, más aún considerando que a los 10 minutos de paseo había un 70% de probabilidad de que se largara a llorar y hubiera que levantarla en brazos. Por el momento, como era una pequeñita minúscula, llevarla un gran trecho en brazos no representaba mayor obstáculo… y el que terminaba yendo en el cochecito era el bolso pañalero, que no emitía queja.

Cuando fue lo suficientemente grande como para entrar en la asiento de paseo sin el huevito, el problema más o menos seguía siendo el mismo: la gorda pesaba bastante más y también había que bajar y subir de a dos si queríamos salir con el cochecito. Llevarla en brazos ahora ya no era tan cómodo como antes. Afortunadamente, para ese entonces aprendí a utilizar el fular y compramos la mochila semi-ergonómica, y me liberé del armatoste para cuando estaba sola. Fue un antes y un después. Sobre todo con el uso del fular, ya que cuando me ponía la mochila, tardaba tanto que mi niña se ponía toda molesta por tanta demora y luego el manoseo de ponerla, ajustar las correas y demás… muchas veces terminábamos las dos saliendo un poco de mal humor.

Otro comentario con respecto a los cochecitos – o al menos respecto al mío – es que cuando ya los puedes poner en la silla de paseo común, el niño va mirando hacia delante. Personalmente no he visto desventajas en esta posición, pero hay que tener en cuenta que no lo hemos usado mucho, con lo cual para ella el cambio de perspectiva era toda una novedad y es el día de hoy que va contentísima y disfrutando estar cerca de los pájaros y los perros, que tanto ama. El cochecito, entonces, quedó para las salidas al parque, para llevar en paseos largos en que pudiera dormir una siestita allí, o sentarse un rato y comer algo mientras comemos también los adultos, o para las caminatas por la ciudad en días de calor. Vale aclarar que la llevamos trechos de distancia mediana y luego la sacamos, por ejemplo al llegar al parque, la sentamos en el pasto o la dejamos que camine por ahí a su gusto. Usualmente también llevamos un pañuelo o el fular por si en el camino se molesta, tiene sueño o llora. Me gusta tener la opción del cochecito, para cuando quiero ir a mirar alguna vidriera un ratito, es cómodo… aunque no me gusta llevarla mucho. No me gusta tener que agacharme cuando le quiero decir algo, o tener que parar y atenderla si quiere algo, o no poder ver siquiera hacia dónde está mirando.

 

Para concluir mi experiencia personal con el porteo de mi hija, quisiera agregar que también amo llevarla en brazos y en el fular, por todo lo que me gusta tener su carita cerca de la mía, poder darle un beso cuando tengo ganas, hablarle y mostrarle todo lo que vemos en la calle, reírnos juntas, ver su carita todo el tiempo, conectarnos y conocernos cada vez más… No querrá ir en brazos toda la vida, y los primeros años pasan tan rápido que apenas nos damos cuenta y ya están en preescolar. Veo el porteo como una maravillosa oportunidad de aprovechar el tiempo en que mi hija cabe en mis brazos. Anímense a llevar a sus hijos más cerca y ¡déjense llevar!

Porteando a mi hija, después del año. 

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